Da la casualidad que el otro día se me rompió la cremallera de un pantalón y por aquellos avatares del destino tuvimos la oportunidad de llevar los pantalones en cuestión a un eficiente tailor local (lo que comunmente llamamos un sastre de tercera). Bueno, la verdad es que de local no tenía nada pero debía ser un cabecilla de la sociedad secreta.
El trabajo fue de primera. El precio estupendo (3 euros al cambio). Nada que objetar en la recogida.
El problema ha venido a los pocos días: yo me notaba extraño, no era el mismo y por fin pude encontrar la razón a mis desdichas con el dichoso pantalón.
Obsérvese con detalle la foto (debemos tener en cuenta que el pantalón está dado la vuelta, del revés):
Pues efectivamente, nuestro fantástico tailor le puso una cremallera del tamaño que se aprecia en la foto!!!
Como muestra un botón... digo... una cremallera.
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Qué picor!!!!!!!!!!!!
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